jueves, 22 de enero de 2009

Un Mundo sin Sofía

EL MUNDO SIN SOFÍA

Filo andaba desesperado, todo el día había estado buscando, pero nada. Empezaba a acercarse el momento que más temía: ir a preguntar a las delegaciones, a los hospitales y hasta a los anfiteatros. Caminaba sin rumbo cuando una idea macabra lo asaltó: - ¿Y si la habían secuestrado? No, no era posible –pensó-. De ser así ya habrían pedido el rescate... aunque...
Un escalofrío sacudió su cuerpo al pensar en esa posibilidad... tal vez los secuestradores no habían encontrado ningún valor en ella y habrían decidido eliminarla... sí, ya alguna vez se había topado con una situación similar con un par de rectores universitarios a quienes su presencia era incómoda y hasta inútil, pues los intereses de su amiga Sofía iban mucho más allá de los valores económicos en un imperante mundo globalizado. Ella pretendía que también se globalizara el conocimiento y, sobre todo, que en la práctica esto se hiciera patente con un correcto razonamiento en bien de la humanidad. En fin, las utopías sólo han sido creíbles y realizables para espíritus elevados, no para seres rapaces que sólo atienden a su propio interés.
Sofía tenía muy claro en su ética personal que si bien los valores económicos eran básicos para cubrir las necesidades fisiológicas y de seguridad de todo ser humano, también era cierto que para alcanzar la riqueza y los bienes materiales que le proporcionaran confort era fundamental una correcta y razonada administración, aunque sólo se tratara de cosas a las que se les diera un valor convencional... Sin embargo, últimamente se había estado confundiendo el valor físico de la vida con el económico; por convención, la vida humana estaba teniendo un precio para los secuestradores, los asesinos a sueldo, algunos políticos, los tratantes de blancas, la prostitución y la pornografía... ¿realmente a estas personas podría llamárseles “personas de negocios”? quizá sí, el problema es que se estaba negociando con personas cuyo valor intrínseco, por el sólo hecho de ser personas, no debía confundirse con el “costo” económico y convencional que marcaba la economía. Pero a Sofía nunca se le quiso escuchar, pues con esas afirmaciones las “personas de negocios” (¿o más bien delincuentes?) perderían sus fuentes de ingresos.
A pesar de que todo esto iba en detrimento de los valores físicos, que perseguían la salud y el bienestar físico como fines, parecía que a nadie le importaba. Y si por un lado se requería una correcta higiene para mantener un cuerpo sano, los problemas del ámbito económico estaban haciendo fracasar lo relativo al físico, pues con narcotráfico, prostitución, secuestros, etc. no se lograba ni la salud, ni el bienestar físico, ni la higiene del cuerpo, ni se satisfacían las necesidades de seguridad ni fisiológicas, las personas no estaban sanas y tampoco eran atletas. La medicina poco podía hacer aquí... y menos cuando se empleaba para caer en actos de corrupción como en el ámbito deportivo, o de negligencia médica, o de manipulación como en el caso de las esterilizaciones forzadas, anticonceptivos de emergencia, el aborto; o con fines electoreros como algunos programas de gobierno.
Con estos pensamientos Filo empezó a convencerse del fin de su inseparable amiga. En realidad había mucha gente con argumentos, más bien falacias, para desaparecer a Sofía. Ésta se metía en todo y ponía en peligro los planes de muchos personajes “civilizados” y famosos líderes políticos cuya actividad de liderazgo, cortesía y “corrección política” en su relación con las masas sólo buscaba el poder, la fama y el prestigio en la esfera de los valores sociales. Estas personas tenían una gran capacidad de interacción y adaptabilidad, como lo marcaba la sociología, para cubrir sus necesidades sociales y del yo... pero nada más. Casi nunca mostraban sus valores afectivos, aunque esto no era exclusivo de estas personas, sino más bien una situación generalizada en la sociedad.
- El amor, fin objetivo de la afectividad -decía Sofía-, se confunde con el fin subjetivo que es el agrado, el afecto, el placer. Nuestra afectividad la mostramos con manifestaciones de cariño, de ternura, con sentimientos y emociones.
La psicología decía que en este ámbito se satisfacían necesidades del yo y sociales y quienes tenían este tipo de comportamiento eran personas sensibles. Filo recordó las palabras de su amiga:
- ¿Se puede acceder al amor con la prostitución, la pornografía, que no son sino manifestaciones de poder, de dominación o meras actividades de compra-venta? ¿Cómo podemos decir que estas personas sean sensibles cuando no tienen en cuenta la afectividad del otro? No hay una relación entre personas, sino entre una persona y un objeto, pues así se le trata al otro. ¿Cómo puede decirse que sea sensible una persona que mutila a otro ser humano, como lo hacen algunos secuestradores... pero también algunas personas que así tratan a sus padres, hijos, abuelos o familiares en general? ¿Cómo llamar sensibles a las personas, llámense padres de familia, maestros o gobiernos, que niegan las oportunidades de desarrollo a sus congéneres?
- Tal parece que a este grado de desarrollo personal poquísima gente llega... y menos aún al siguiente -advirtió Filo-, donde las necesidades que se satisfacen a partir de ese nivel son de autorrealización.
Sofía era una de esas pocas personas, pensó Filo con sentimientos encontrados de orgullo, nostalgia, admiración y rabia al no saber del paradero de su entrañable amiga.
- ¿Qué habría hecho ella en mi lugar? - se dijo -.
Ella que se mueve tan bien en la esfera de los valores intelectuales; ella que es una persona sabia y que, a través de esa sabiduría siempre aspira a la verdad. Su capacidad de abstracción y construcción se manifiesta en el uso de su razón. La lógica es su arma. Ella que goza de la armonía con los valores estéticos y contempla, crea e interpreta lo material buscando la belleza, en ello aplica toda su personalidad... en verdad es una artista, como dice la Estética, no como esos actores y actrices malos que sólo son “llamarada de petate” y que, para colmo, se convierten en los paradigmas de la juventud, ¡no cabe duda que nuestro mundo está de cabeza! Los significados de nuestros conceptos los usamos tan ambiguamente, de manera tan polivalente... ¡y no nos preocupamos por entender, por buscar y aclarar el justo significado! ¡nos dejamos llevar por la opinión común sin reflexionar...!
¡Ay, Sofía! ¡Cuánta falta haces en este mundo! -suspiró Filo.-Si, como tú piensas, los seres humanos llegáramos o ayudáramos a otros a llegar a la esfera de los valores morales, con una ética bien reflexionada, usando nuestra libertad, no para hacer lo que queramos (porque ya vimos cómo estamos por esta creencia), sino usando esa libertad dirigida por la recta razón para practicar las virtudes humanas y alcanzar (no sólo perseguir) la felicidad accediendo a la Bondad (así con mayúscula), moviéndonos en todas las esferas de los diferentes valores entonces, sólo entonces, tendríamos una sociedad constituida por personas íntegras que aspiraran a su autorrealización, a un mundo más humano, a una mejor calidad de vida y aspirar todavía al nivel más elevado: el de los valores religiosos tan vapuleado hoy en día, y en parte es comprensible: si los valores básicos que son los económicos los usamos tan mal, no es de extrañar que los intelectuales no nos interesen, los morales los veamos tan lejanos y, por supuesto, los religiosos nos sean tan ajenos. Sin embargo, pienso, éstos no son más que los morales con un “plus” que muchos desconocemos o no entendemos y por eso rechazamos; tal vez si lográramos llegar tan sólo a los morales respetaríamos más a quienes pretenden instalarse en los religiosos aspirando a la santidad que nos lleva a Dios como fin último, según la teología, donde toda la persona dirigida por la fe manifiesta unas virtudes, ya no sólo humanas, sino sobrenaturales que se muestran mediante el culto interno y externo logrando una plena autorrealización.
La realidad ubicó a Filo:
-Pero si Sofía desaparece de este mundo su proyecto nunca podrá consolidarse... Desesperado empezó a gritar: -¡Sofía, Sofía! ¿dónde estás? ¿qué te han hecho? ¡Sofía!
Una mano delicada, pero firme lo detuvo del hombro al querer incorporarse, mientras una voz clara y femenina le decía: “¡tranquilo, Filo, todo está bien! ¡aquí estoy!”
Filo despertó bañado en sudor, se dio cuenta de que todo había sido un mal sueño, recordó que tenía fiebre debido a un resfriado provocado por una de las inundaciones que cada año en temporada de lluvias se dan en su colonia gracias a la gente que desconoce los valores físicos (y cívicos) y no teniendo conciencia de la higiene personal, y menos comunitaria, tira basura en las calles tapando con ello las coladeras y gracias también a que sus gobernantes (cuyo único interés debería ser el bien común, se enfrascan exclusivamente en el poder y la fama que los valores sociales les pueden otorgar, pero que no saben usar, ni pretenden seguir subiendo en la escala de los valores), están más interesados en las elecciones del 2006 que en resolver los problemas de la comunidad (¿cómo pretenden ganar la confianza de los votantes sin atender los problemas que les aquejan?); en fin, el microbús se quedó atascado en una coladera destapada que desazolvaron, pero dejaron junto a ella el lodo y la basura que, con la lluvia, se volvieron a meter en la coladera y ésta, en vez de tragarse el líquido, más bien parecía una cantarina fuente con el agua sucia saliendo a borbotones de ella; la alcantarilla quedó oculta a la vista por el agua provocando que una llanta del microbús se atorara ahí, y Filo tuvo que caminar una hora a su casa dentro del agua con granizo, basura y lodo que le llegaba hasta la cintura y sin otro medio de transporte, pues hacia su colonia sólo entraba una ruta de microbuses y al ser ya muy tarde los taxis no querían entrar (además de que esta vez se atascarían), pues la inseguridad reinante en la ciudad se volvía acuciante en estos casos de caos vial... y siempre.
Afortunadamente Sofía había hablado a su casa para ver cómo había llegado Filo, éste le dijo que bien, pero al día siguiente no se presentó en la escuela, a Sofía le pareció extrañísimo dado que Filo era muy responsable, nunca faltaba ya que apreciaba mucho los valores intelectuales; hasta que volvió a hablar a su casa y sus hermanos le dijeron que estaba enfermo. Ni corta ni perezosa se dirigió a visitar a su estimadísimo amigo a quien encontró en estado febril y atendido por el médico. Ella decidió quedarse para acompañarlo mientras pasaba la fiebre, pues el médico le había dicho que Filo no dejaba de nombrar a Sofía y preguntar dónde estaba. Filo no se dio cuenta del arribo de ésta a su casa, así que en su delirio siguió buscándola. Hasta que despertó y ahí la vio junto a él.
Filo todavía angustiado y sin salir del todo de su delirio le narraba lo que había soñado:
- ¡Sofía, tenemos que poner en práctica tu esquema axiológico, el mundo necesita de ti!
La cálida voz de Sofía lo tranquilizó:
- No te preocupes, cuento contigo y con un puñado de amantes de la sabiduría afanosos en la búsqueda de la verdad, y mientras estemos juntos seguiremos buscando darle sentido a nuestras vidas y ayudando a los demás a descubrir el suyo propio.

Karina Ramos Domínguez

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